Seis de octubre de 1976, Cuba se vistió de luto. Un pájaro plateado caía gravemente herido en las profundidades del mar Caribe por la maldad y el odio del enemigo. Fue el Crimen de Barbados el que dejó un profundo dolor a su pueblo; 73 personas a bordo en vuelo de un avión de Cubana, se despidieron sin ver nunca más a sus familias, sin ver realizados quizás sus más anhelados sueños.
Una carga explosiva destruyó la sonrisa de hombres y mujeres comprometidos con el mañana, de 57 cubanos, 11 guayaneses, y 5 coreanos, de quienes en plena flor de sus vidas no pudieron ver más brillar el sol.
Cuba aún llora la ausencia de los integrantes del equipo juvenil de esgrima de la Isla, de esos jóvenes que compitieron exitosamente en el IV Campeonato Centroamericano y del Caribe, quienes regresaban con el oro colgado en sus pechos.
Manos asesinas truncaron la felicidad porque a los reaccionarios le molesta el brillo de la Patria.
A 47 años sin nuestros jóvenes esgrimistas, la Plaza de la Revolución no borra aquellas lágrimas, al saberse continuadora de hombres y mujeres de rostros tristes.
A 47 años Cuba rechaza el odio de una maquinaria imperialista, cuyas manos heredadas de la misma ignominia, son las mismas de los gringos organizadores de aquel sabotaje.
Hoy el llanto se traduce en acciones por un mundo mejor, en ser más enérgicos en lucha constante contra el terrorismo, en patentizar que estamos dispuestos a combatir de ser mejores soldados de la Patria.
Cuba no olvida a sus hijos saboteados en Barbados. A 47 años de aquel abominable crimen, la injusticia tiembla, para seguir recordando a sus jóvenes deportistas.
