Inicia un nuevo curso escolar y los estudiantes cubanos después de un merecido descanso retornaron a las aulas.
Conocen nuestros estudiantes una realidad que agobia y entorpece el proceso de enseñanza, conocen las carencias, las dificultades, el bloqueo pero también se saben fuertes y deseosos de salir adelante. Conocen el verdadero significado de la palabra esfuerzo, están conscientes de lo que es sobreponerse, caer y levantarse una y otra vez. Saben de reparación de viejos libros, de uniformes desgastados pero limpios y olorosos, no con el aroma del mejor perfume sino con el de sus madres impregnados en ellos; saben de mochos de lápices, de mochilas remendadas pero también de notas excelentes, de casas de estudio, de equipos de trabajo, de laboratorios improvisados y de sonrisas plenas.
Conocen las dificultades d_el transporte para llegar cada mañana pero también del placer de caminar rumbo a las escuelas, tranquilos, felices, sin miedos, disfrutan con amigos que con el tiempo se hermanan, conocen de la alegría y del juego al aire libre.
Este nuevo curso no será menos difícil y sentirán las presiones ya acostumbradas y que con los años se recrudecen, faltarán libretas, lápices, gomas en grandes proporciones pero tendrán lo básico para aprender. Contarán con el apoyo de sus padres, de la escuela y de la comunidad toda, pero sobre todo contarán con la Revolución y sus conquistas donde ellos, los estudiantes, tienen un lugar privilegiado.