La pureza de su espíritu de rebeldía de Romárico Cordero permanece intacto en Ventas de Casanova, donde el agradecimiento es aún perpetúo, al recordar el alumbramiento de un líder campesino que se entregó en cuerpo y alma para que hombres y mujeres permanecieran en la tierra sin explotación.

Romárico Cordero es vida y ejemplo que trasciende en la memoria y acción de su Cuba; es inteligencia y energía que no se limitó a enfrentar el gobierno de turno, sino que después del enero victorioso, continúo sin descanso defendiendo al campesinado de la nación.
La primera Ley de Reforma Agraria atesora sus aportes apegados al campesino pobre, en defensa de corazones nobles que carecían de instrucción y derechos sociales, exentos de una transformación hacia formas superiores de producción agrícola.
El concepto de unidad para enfrentar los desalojos, desmanes y atropellos de la oligarquía de época, se difunde aún en el Realengo 18, San Felipe de Uñas y Baragúa, entre otros parajes de la Isla, donde las ideas de Romárico Cordero nunca mueren.
Presidente de la Asociación Nacional Campesina de Cuba, fue este hombre inmenso, para recordar siempre, quien también aportó experiencias en los preparativos del Congreso Campesino en Armas.
A la distancia de 124 años del nacimiento de Romárico Cordero, su nombre y trayectoria cabalgan en Ventas de Casanova, en su Bayamo natal; sus convicciones se ensanchan en el joven campesinado que enrumba el camino de la producción alimentaria.
A pie de surco, Contramaestre honra al líder que defendió el oficio del arte de sembrar, del trabajo cuyas manos van labrando el camino para recoger fructíferas cosechas; a ese humilde que hizo realidad uno de los preceptos del Moncada para que la tierra en Cuba tuviera sus verdaderos dueños con derecho a sus suelos y a la justicia social.