Junio trajo la estrella natural que la primavera recuerda, trajo a la fina rosa que continúa brillando en su Santiago, donde el sentimiento perdura al ver estremecer la sonrisa de una encendida mujer, Vilma Espín Guillois.
Vilma es el perenne capullo convertido en canción, el sueño realizado que aún ilumina el llano y la montaña, siendo la heroína de la clandestinidad, la palabra musical que cultiva la Patria con su historia.
Santiago aún guarda silencio por su hija amada, por la auténtica mujer que va sembrando la gloria de la eternidad, camino a la alborada, como la más fiel guerrillera enamorada.
Vilma, tu alma sigue vestida de amor y Revolución porque eres la madre, compañera, el valor y el honor de una Cuba que, aunque dolida y triste por tu ausencia, sabe que cumpliste con la obra de tu vida.
Tu partida nos devuelve la leyenda generosa de una mujer que no se ha ido, que no es verdad su muerte; que está volviendo a nacer; que irradia como el más fino tesoro inmortal de la nación, para seguir siendo pasión entre perfumadas flores, que tras su continuidad hacen Revolución.
Hoy el honor rebelde de sus raíces nos devuelve la fragancia de esta mujer inspiración de poesía, cuyo legado es desvelo y madrugada en la Isla que no te olvida, porque estás hecha a la medida de la dignidad más fuerte, que no te separa de la vida.
Vilma es cariño e ilusión en una Cuba orgullosa de su existencia, que venera su grandeza, colocándose entre el honor y la suerte para que continúe siendo la estrella natural de un junio imperecedero.

