Hay palabras que estremecen dejando un significado de rebeldía y coraje; hay palabras que enseñan a pensar con una impronta a la urgencia y la convicción; pero los hechos ocurridos el 13 de Marzo superan los vocablos.
La luz del día y un grupo de muchachos avizoraba una misión; no era un juego, tampoco había soldados entrenados en busca del poder. Eran jóvenes, estudiantes, gente humildes, castigados por los desmanes de un dictador.
La hazaña tenía un líder, un líder que no era experto en armas, ni estrategias militares; su inteligencia molestaba a los perversos y su dignidad mucho más.hay palabras que enseñan a pensar con una impronta a lahay palabras que enseñan a pensar con una impronta a la
La arquitectura le permitió soñar con una Cuba mejor edificada; llevaba en sí el sentir de un pueblo. Otros lo intentaron en sitios diferentes y fueron truncados.
Llegar a la madriguera del tirano era impensable. El Palacio Presidencial aún recuerda aquellos instantes: la prisa, las balas, el humo, y el vacío en la Oficina del odio.
La traición nunca falta cuando hay buenas intenciones; la maldad se disimula. Por eso había que pensar bien y rápido.
Una cabina radial es tomada por sorpresa, sus locutores atónitos muestran cautela y dan paso a una voz, que sólo apagó la salida del aire de la planta y una bala que llegó a unos metros de allí, cerca del Alma Mater.
De aquel sitio salió su hidalguía, su valor, para perpetuarlo como Presidente de honor de los universitarios.
Desde aquel 13 de marzo, la sangre de José Antonio Echeverría y de sus compañeros señalan el camino de la libertad y el pueblo de Cuba no permitirá que nada ni nadie pueda mancillarlo.
