Decir mujer es aprender de nuevos sentidos del verbo experimentado e instruido; es valorar el protagonismo en igualdad de género frente desafíos, peligros y metas.
Desde la manigua, la clandestinidad, la Cuba de hoy, nuestro ejemplo crece, se hace imperecedero regalando casi siempre una sonrisa, tras un ideal que jamás será truncado.
El surco, fábricas, hospitales, escuelas, oficinas, laboratorios, trincheras, y hasta la propia radio cubana con sus 100 años, agradecen el aporte consagrado, a sabiendas que nuestra labor y empeño constituyen herramientas esenciales para emprender las nuevas conquistas.
Mujer, virtud y libertad
En las mujeres está la virtud que enriquece la cotidianeidad y la comprensión; está la síntesis de la prosa y el verso; está la raíz del alma que estremece la libertad y la independencia de la Isla.
Ahora en condiciones más difíciles que vive la Patria, las féminas reafirman su capacidad y resistencia creativa para bien de la humanidad, por un mundo mejor que sí puede ser posible.
Pero el mérito de la mujer identitaria va más allá. Nuevos amaneceres de una América que despierta confían en la mujer, dueña del camino de la salvación, de la cura, de la instrucción, del aprendizaje inclusivo, propietaria del camino más recto que conduce al progreso, a la equidad, porque a decir de José Martí: “eres flor para amar, estrella para mirar, coraza para resistir“.