Matanzas duele en Cuba. Las llamas abrazan con furia un pedazo de esa tierra. Angustia y tristeza se mezclan con negras columnas de humo que se expande en el viento. El silencio y el llanto acompañan a la ciudad tensa por el peligro.
El fuego, en la Base de supertanqueros, sorprende y atemoriza; inicia una estela de destrucción y dolor en el alma de la nación.
Escuchar lamentos; invocar al cielo; aclamar a la naturaleza, es inolvidable. Un nuevo siniestro golpea a Cuba.
La herida se hace más profunda, luego de tres meses sin recuperarnos aún, llegando nuevamente un desconcierto ante un hecho insólito, desgarrador, para el que no estábamos preparados.
Sin embargo, bomberos, socorristas y valientes de muchas partes de la Isla no descansan en otro ejercicio de Defensa Civil, dejando inscritos el nombre de muchos héroes y mártires.
Matanzas vencerá
En Matanzas la tranquilidad hoy no existe, pero sí la confianza que se lucha contra la adversidad para devolver la calma con la verdad siempre, antes quienes intentan opacar la realidad.
Para la “Atenas de Cuba”, la solidaridad mundial encumbra fronteras, porque se sabe a conciencia que el sistema de Salud multiplica voluntades para sobreponernos a carencias.
Cuando a Matanzas regrese la calma, el alma de sus hijos será feliz nuevamente, demostrando que el don de esta Isla es el de resistir creativamente, sobrevivir unidos en la adversidad de un pueblo, al que le sobra valentía y humanismo